Como gallinas!

Estoy en ese punto, ¿sabes? Ese punto en el que ya estás harta de completamente todo. Harta de que digan que pasan de ti y controlen cada uno de tus movimientos. Harta de que hablen sin saber y que no callen nunca.Harta de todo.

Me he dado cuenta de que realmente, no puedo hacer nada sin que alguien por detrás critique, ría o mire simplemente. Y estoy cansada, ¿sabías? Estoy muy pero que muy cansada de todo eso. Más bien, concretamente, cansada de la gente. La simple gente, oh, esa amiga, falsa, mentirosa, repugnante. Esa gente. Y como dicen: "No le temo al enemigo que me ataca, si no al falso amigo que me abraza". ¿Qué cierto no? Ahora sí, ya no sé a quien tengo de mi parte. A quien le puedo decir algo sin que nadie más lo sepa. Ahora ya no sé puede confiar. EN NADIE.

Y entonces haces algo mal, bastante mal. Y te sientes aún peor. Pero nadie lo entiende. Su gran ego no les deja ver más lejos de su nariz. Y hurgan en la herida, hasta que vuelva a sangrar. Pero ahora. Ahora tengo que decir yo algo. Algo que por lo menos, me va a hacer sonreír a mi. No sé si a alguien más. Pero voy a centrarme en mi misma, ya estoy cansada de todo. Harta. ¿Y sabéis qué? Voy a levantarme. Debí hacerlo hace mucho tiempo, pero nunca es tarde. Voy a levantarme y a quitarme el polvo que me cubre los ojos y no me deja ver. No me deja ver mi felicidad. Y voy a caminar, recta, firme. Y a sonreír, que ya lo echaba de menos. Bueno, y algo más, que se me olvidaba: Mi herida ya cicatrizó, como todo lo demás y, lo siento, ya no podréis hurgar en ella y hacerme sufrir NUNCA.